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Historias Inexplicables en Propiedad Horizontal
El trabajo en propiedad horizontal no solo implica la gestión de bienes inmuebles y la convivencia de la comunidad; también trae consigo experiencias que a veces desafían lo racional. A lo largo de los años, he presenciado sucesos inquietantes que, aunque no forman parte del manual de administración, dejan una marca imborrable en quienes los viven. Aprovechando la atmósfera especial que rodea al mes de octubre y el interés por lo desconocido, he decidido compartir algunas de estas historias que, hasta el día de hoy, siguen erizando mi piel.
El trabajo en propiedad horizontal no solo implica la gestión de bienes inmuebles y la convivencia de la comunidad; también trae consigo experiencias que a veces desafían lo racional. A lo largo de los años, he presenciado sucesos inquietantes que, aunque no forman parte del manual de administración, dejan una marca imborrable en quienes los viven. Aprovechando la atmósfera especial que rodea al mes de octubre y el interés por lo desconocido, he decidido compartir algunas de estas historias que, hasta el día de hoy, siguen erizando mi piel.
Cuando una bruja se enamora
Trabajaba como asistente de administración en un conjunto industrial en Mosquera, Cundinamarca. Allí conocí a Pedro, un guardia de seguridad de mediana edad, entre 35 y 40 años, pero de aspecto juvenil. Era un hombre de piel clara, ojos verdes, cabello castaño claro y un semblante tranquilo. Pedro irradiaba amabilidad y buena energía, lo que lo hacía muy querido por sus compañeros.
Todo transcurría con normalidad hasta que a Pedro le asignaron los turnos nocturnos. Fue entonces cuando comenzaron los reportes de sucesos inexplicables. La primera noche que recuerdo con claridad fue cuando el equipo de seguridad reportó que las alarmas de una de las bodegas se habían activado, después de que las cámaras captaran una sombra deslizándose dentro. A pesar de la pronta llegada del supervisor y la policía, no encontraron rastro de nada ni de nadie. Este fenómeno se repitió en varias ocasiones, siempre durante los turnos de Pedro.
A medida que pasaban las noches, los rumores entre el personal de seguridad aumentaban. Algunos decían ver un trapo oscuro flotando alrededor de las fachadas de las bodegas cuando la niebla era densa. Otros aseguraban escuchar ruidos extraños, como si algo grande aterrizara en la garita y caminara lentamente sobre el techo. Los más supersticiosos comenzaron a susurrar que todo era obra de una bruja, y que Pedro estaba relacionado de alguna forma.
Nuestra incredulidad se puso a prueba cuando Pedro comenzó a llegar al trabajo con marcas físicas: moretones, mordiscos y rasguños en la cara, tan profundos como si hubieran sido hechos por manos desesperadas. Algunos compañeros intentaron justificarlo, pensando que Pedro estaba teniendo problemas personales, pero la verdad era inquietante: Pedro era soltero, vivía solo y no tenía antecedentes de violencia. Incluso sus vecinos lo describían como un hombre tranquilo y reservado.
Mi jefe decidió confrontarlo. Recuerdo claramente la reunión, porque Pedro se veía nervioso y evasivo, como si cargara con un secreto demasiado pesado. No dio muchas explicaciones y, poco después, simplemente desapareció. Se mudó de su vivienda y dejó de presentarse al trabajo, sin despedirse de nadie ni dejar rastro. Nunca supimos qué fue de él.
Lo único que es seguro es que, desde que Pedro se fue, los reportes de eventos paranormales en las bodegas cesaron por completo.
¿Qué sucedió realmente con Pedro? Nadie lo sabe. Solo espero que, de algún modo, encuentre paz... ya sea en este mundo o en otro.
La despedida de un hijo
En un conjunto residencial en el occidente de Bogotá vivía una familia compuesta por el papá, la mamá y sus dos hijos. Uno de los hijos padecía de epilepsia, y en ocasiones los ataques eran tan severos que requerían atención médica inmediata. Nosotros, como parte del equipo de administración, sabíamos que cada vez que una ambulancia llegaba al conjunto, era para atender la misma situación.
En las pocas oportunidades que teníamos de hablar con los padres, nos explicaban que había días buenos y días malos, pero que nunca había certezas sobre si su hijo podría mejorar. Era una lucha constante contra la incertidumbre.
Un día, mientras el joven dormía, sufrió un ataque epiléptico tan fuerte que no pudo volver a despertar. La repentina muerte del muchacho dejó a su familia y a toda la comunidad en shock, impregnando el ambiente de un dolor profundo. La tristeza se palpaba, porque nadie quiere ser testigo de la pérdida de una vida joven.
Los padres intentaron retomar su vida, cargando con el peso insoportable de la ausencia. Pero, lo más extraño ocurrió una semana después. Recibimos un reporte del equipo de monitoreo, que nos pidió revisar un incidente en una torre y piso específicos del conjunto. Cuando preguntamos de qué se trataba, nos insistieron en que era mejor que viéramos las grabaciones por nosotros mismos para evitar malos entendidos. La actitud del equipo nos desconcertó.
Nos reunimos en la sala de monitoreo, y lo que vimos nos dejó helados: las cámaras habían captado una figura blanca, con apariencia humana. Era claramente un hombre. La figura se desplazaba lentamente por el pasillo y se detenía justo frente al apartamento del joven fallecido. Al principio pensamos que podía ser un error técnico, pero tras varias revisiones y mantenimientos, la figura seguía apareciendo, siempre en el mismo lugar.
El incidente se volvió más inquietante cuando los guardias de seguridad comenzaron a recibir reportes de los residentes de ese piso. Algunos escuchaban ruidos extraños, como si alguien caminara por el pasillo, mientras que otros decían haber visto una sombra moverse en la oscuridad.
Nunca fuimos capaces de contarles a los padres lo que estaba ocurriendo. No sabíamos qué era exactamente lo que sucedía y no queríamos parecer irrespetuosos con su dolor.
Meses después, nuestro contrato con el conjunto terminó, y nos retiramos, pero hasta nuestro último día se continuaron recibiendo reportes del mismo fenómeno.
Todavía me pregunto: ¿Sería esa silueta el espíritu del joven regresando para acompañar a sus padres? ¿O simplemente quería despedirse de su familia por última vez?
Espero que estas historias hayan servido para despertar recuerdos de aquellos momentos inexplicables y misteriosos que alguna vez experimentaste. En las comunidades donde vivimos, trabajamos y compartimos, también existen sucesos que desafían la lógica y nos hacen sentir que hay algo más allá de lo que percibimos. Te invito a compartir tus propias experiencias paranormales en los comentarios. Así, juntos, podremos seguir explorando y conociendo este mundo oculto y fascinante que se esconde en medio de nuestra cotidianidad. ¡Anímate a contar tu historia y deja que la comunidad descubra el misterio que hay detrás de cada relato!
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